viernes, 20 de mayo de 2016

Libertad del lector


Una de las primeras cosas que decidí al empezar a escribir es que reduciría al máximo las descripciones físicas de los personajes. Los extensos párrafos descriptivos me parece totalmente superfluos en algunas novelas, ralentizando la acción y llegando a ser aburridos en muchas ocasiones. Y sobretodo, obligándote a ver cada detalle de la situación, como si fuera una foto.

Algunos autores se empeñan en decirnos incluso el más mínimo detalle de la vestimenta de un personaje, aun no siendo un aspecto fundamental para el desarrollo de la historia, sin dejar que nuestra imaginación elabore una imagen que nosotros consideremos que cumple los requisitos de personalidad. Entiendo que hay situaciones en las que la imagen concreta de un personaje pueda ser importante pero no siempre.

Además, cuando leo un libro me molesta que describan al supuesto “hombre irresistible” al detalle pues no todos tenemos los mismos gustos y no consigo identificarme por completo con alguien que tiene atracción por prototipos muy diferentes a los míos.

Por eso, intento dejar libertad total al lector a la hora de imaginar físicamente a la persona que interviene en la historia, ya sea el “príncipe azul” o el “malo de la película”, cada uno tenemos nuestra idea preconcebida.

¿Quién no ha visto una película basada en un libro que ha leído previamente y el protagonista no se parecía en nada a la idea que se había hecho de él?



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