Mi experiencia


Mi afición a la lectura viene de muy lejos. Ya de pequeña consideraba que un libro era el mejor regalo.

Viviendo en una casa con las paredes del pasillo forradas de estanterías con libros, pasé tardes enteras con un libro entre mis manos. Ya fuera de misterio o de aventuras, al comenzar una nueva novela, mi mente se transportaba a otro mundo.

No siempre he tenido tiempo para leer. Durante algunas épocas de mi vida, no había tiempo para dedicarlo a la lectura. Un trabajo a jornada completa, dos mudanzas internacionales... y tres hijos en cuatro años suponen una rutina diaria que no deja ni un minuto libre y que termina agotada tumbada en el sofá poco después de la cena.

Nunca pensé en escribir. Me encantaban los números, son seguros, exactos y fiables. Por eso, elegí ciencias y estadística como profesión y, aunque seguí leyendo, mis únicos escritos fueron informes y presentaciones de datos.

En estos últimos años, circunstancias personales y laborales me han llevado a escribir, sirviendo mi primera novela como terapia para sobrellevar los cambios a través de mis personajes. Al terminarla ya tenía una idea para mi segunda novela y así también la tercera.

Lo más tedioso era el proceso de corrección y publicación. Imaginaos ya con otra historia en la cabeza y teniendo que leer por enésima vez la misma novela para detectar errores o incongruencias. Este es el paso menos interesante y más decisivo. Por un lado, te conoces la historia tan bien que tienes que obligarte a leer todas las palabras con cuidado porque tu cerebro tiende a agilizar la lectura sin ver todas las letras. Por otro, en la autoedición no cuentas con personas dedicadas a ello sino que te apoyas en conocidos y familiares, siendo un proceso más lento.

Reconozco que la primera, para mí fue la mejor tanto en el proceso de escritura, sin planificación ninguna, como en la autoedición y la respuesta de los lectores.

Espero conseguir el mismo efecto con cada uno de mis libros.